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El documento israelí filtrado atisba el aterrador apartheid

The Electronic Intifada
Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis

El ex-presidente Jimmy Carter encolerizó a Israel y sus amigos describiendo “la abominable opresión y persecución en los territorios palestinos ocupados, con un sistema rígido de preceptivos pases y la estricta segregación entre los ciudadanos de Palestina y los colonos judíos en Cisjordania.”

Ahora, The Electronic Intifada ha obtenido una presentación Powerpoint del Ministerio Israelí de Defensa que proporciona una aterrorizante visión de la tendencia de la burocracia del apartheid.

La primera página del documento lleva el nombre “Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios” así como las siglas “COGAT” al pie de cada página. Estas parecen referirse a la unidad del ejército israelí que da fuerza a la ocupación contra la población civil palestina.

Arriba de la primera diapositiva también lleva el nombre y la insignia del ” Estado de Israel” y del “Ministerio de Defensa”. Fechada el 12 de enero, la presentación se titula “Medidas Importantes para Aliviar la Vida Diaria de la Población Palestina.”

Lejos de esto, el documento da detalle del régimen de severas restricciones de movimientos, la burocracia de la limpieza étnica, de la manipulación política y del fomento de colaboradores con los que Israel opera en la Cisjordania Ocupada y en la Franja de Gaza.

El documento, en inglés, parece ser auténtico. A pesar de que su propósito exacto o su público se desconoce, podría haber sido diseñado para impresionar a los diplomáticos extranjeros con la generosidad de Israel hacia los palestinos.

Entre las políticas que el documento perfila están:

Esfuerzos para “empoderar a Abu-Mazen” ( presidente Mahmoud Abbas de la Autoridad Palestina) facilitando la entrada de “equipamiento de seguridad para la Guardia Presidencial” donado por países extranjeros. (Los Estados Unidos anunciaron recientemente que proporcionaría millones de dólares en armas y equipos a esta unidad que sirve como una milicia personal para Abbas y su facción de Fatah que buscan derrocar al gobierno de Hamas democráticamente-elegido.

· Proveer de privilegios especiales para “el movimiento de personas VIP y altos cargos palestinos” y otros aliados de Abbas, incluyendo “facilitar el movimiento sin verificaciones de seguridad”. Estos privilegios especiales, no disponibles para millones de palestinos están pensados para el “fortalecimiento de Abu-Mazen,” probablemente a expensas del gabinete democráticamente elegido de Hamas y del Parlamento Palestino, docenas de cuyos miembros, lejos de disfrutar del tratamiento VIP, ha sido secuestrado y están siendo retenidos sin acusación ni proceso por las fuerzas de la ocupación israelí.

· Permisos Especiales para 505 “hombres de negocios” palestinos, permitiéndoles estar exentos de las leyes de paso que prohíben estancias nocturnas a los palestinos en Israel. También estarán sujetos a menos chequeos de seguridad. Esta clase privilegiada también puede beneficiarse del “posible retorno de 60 millones de dólares del dinero congelado de los impuestos al sector privado, subordinado a la identificación del hombre de negocios y la creación de un mecanismo de funcionamiento”. Esto posiblemente podría indicar que Israel, en connivencia con Abbas, busca malversar recursos públicos palestinos que han sido confiscados ilegalmente, puenteando a la Autoridad del Ministerio Palestino de Finanzas y redistribuyéndolos a los amigos de Abbas.

· Con precisión aterradora, permitir a “42.899” obreros palestinos trabajar “en Israel y en los asentamientos” y exonerando a 2.000 trabajadores agrícolas palestinos de las leyes de paso para que “la estancia nocturna en Israel” sea “permitida”. De estos obreros, tan solo a 1.600 se les permitirá entrar en la Jerusalén Oriental ocupada, la ciudad Palestina más grande de Cisjordania.

Se les prohíbe a millones de palestinos de todo el mundo visitar o vivir en su país debido a las restricciones y leyes israelíes que discriminan a los no judíos. Unos pocos palestinos privilegiados han sido capaces de hacerlo, sin embargo, en virtud de su ciudadanía estadounidense o de países europeos a cuyos ciudadanos, generalmente, se les permite entrar en Israel sin visados de turista. Incluso esta incierta existencia ha sido recientemente amenazada por la nueva práctica israelí de denegar la re-entrada si ellos abandonan el país por cualquier razón. Al tiempo que el documento afirma que estas restricciones serán aliviadas, también confirma la política de prohibir la vida familiar ordinaria para los palestinos. A los palestinos (siempre llamados “nacionales extranjeros”) con pasaportes extranjeros, incluso aquellos con esposos y familias que Israel reconoce como residentes, se les limitará una estancia cumulativa total en su país que no exceda los 27 meses. Ningún otro país que se califique a sí mismo de democrático trata sistemáticamente a su población indígena como extranjeros y los deporta de esta manera rompiendo y separando familias en el proceso.

Finalmente, el documento lista varias categorías de trabajadores “humanitarios” a quines será dada alguna libertad de acción de las estrictas leyes de paso. Incluyen a 1450 del personal religioso, 1.300 empleados de hospitales, 300 trabajadores hosteleros, abogados, maestros y residentes de un enclave en la Jerusalén Oriental ocupada que ha estado sitiados por los colonos y el Muro del Apartheid.

En medio de un cruel y obsesivo sistema de control como el que Israel opera contra los palestinos, ni siquiera este simbólico “alivio” diseñado puramente para las relaciones públicas puede tomarse en consideración; Israel rutinariamente miente sobre lo que hace. Por ejemplo, durante una conferencia en la cumbre con Mahmoud Abbas de diciembre, el primer ministro israelí Ehud Olmert prometió quitar docenas de puntos de control militar y de obstáculos que impiden el movimiento de los palestinos dentro de la Cisjordania ocupada. Las fuerzas de ocupación israelíes afirman haber quitado 44 de los centenares de obstáculos en cumplimiento de la promesa Olmert. De hecho, el periódico israelí Ha‘aretz informó el 22 de enero, que el ejército israelí “admitió el domingo que los 44 obstáculos de escombros que dijo que habían estado retirados de alrededor de los pueblos de Cisjordania realmente no existían.”

Lo que existe, y es bien claro para que todo el mundo lo vea, es un aterrador régimen de control totalitario de millones de palestinos que siguen siendo prisioneros del sistema racista de Israel y del ejército y las milicias de los colonos que le dan fuerza.

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Ali Abunimah es co-fundador de The Eectronic Intifada y autor de Un País: Una Propuesta Atrevida para Acabar con el punto muerto Israelo-palestino

Carlos Sanchis pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.

http://electronicintifada.net/v2/article6442.shtml

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El gobierno israelí sigue denegando sistemáticamente la entrada a los palestinos
Queremos volver a “donde el aire es diferente”

Mayssoun Sukarieh
Electronic Intifada

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Se movían todo el día, del vestíbulo a la terraza, de Internet al teléfono. La pareja se fue un momento y luego volvió, se sentaron unos instantes en el vestíbulo y después se fueron a su habitación; un poco más tarde regresaron tras un pequeño paseo.

Pensé que eran iraquíes, como muchas familias en el hotel de Amán, Jordania, en el que estoy. Las familias iraquíes constituyen la mayor parte de la clientela del hotel. Algunos vienen por cuestiones de salud por un par de días –como Souma, que maldice la ocupación estadounidense que destruye su país y a ella le obliga a “conducir durante diez horas para poder hacerme un chequeo, cuando Iraq era conocido por sus buenos servicios médicos”-. Algunos se quedan a vivir en Amán, huyendo de los conflictos sectarios. Todos ellos también “hacen responsable a la ocupación estadounidense”.

“¿Ustedes también son de Iraq?” pregunté a la pareja ya mencionada.

“Somos palestinos. Estamos aquí atrapados desde hace casi dos meses esperando un permiso para volver a Ramala donde hemos pasado la mayor parte del tiempo desde nuestra jubilación”. Hablan con amargura, maldiciendo la ocupación que no les permite volver a su patria.

La pesadilla de Laura e Ibrahim es un pequeño ejemplo de muchas de las situaciones que está causando la reciente política israelí de limpieza de palestinos en Palestina. Como su abogado les señaló, “El gobierno israelí quiere el menor número posible de palestinos en los territorios.” A mediados de agosto dejaron Ramala para venir a Amán pensando que sólo sería por unos cuantos días, con la intención de renovar su visa de tres meses para permanecer de manera legal en la Ramala ocupada por Israel. Su hija, proveniente de Estados Unidos, estaba visitándolos en Palestina, donde se quedó esperando a que volvieran para poder pasar las últimas dos semanas de vacaciones de verano con ellos. Pero cuando llegaron al Aeropuerto de Tel Aviv, los detuvieron por una noche.

Laura explica, “Llegamos al aeropuerto y nos pidieron que nos quedáramos a un lado. Un oficial se nos acercó y nos empezó a bombardear a preguntas. Nunca habíamos recibido un trato parecido. Me habían dado la visa desde que tengo pasaporte egipcio. En otras palabras, soy egipcia estadounidense, no palestina estadounidense. Ibrahim tuvo que esperar durante dos horas y luego le comunicaron que le denegaban la entrada. Cuando Ibrahim se acercó a mí, la oficial se dio cuenta de que estábamos juntos, me arrebató el pasaporte y dijo, ‘¿Están juntos? Oh, entonces tú tampoco puedes entrar.‘ Así que denegó también mi entrada. ¡Nos dijeron que éramos afortunados porque había plazas disponibles en el vuelo del día siguiente de vuelta a Jordania!”.

Ibrahim y Laura pensaron que se quedarían en el aeropuerto hasta el día siguiente, pero el oficial les dijo, “No, no pueden quedarse en el aeropuerto, les llevaremos a un lugar donde pasarán la noche.”

“Nos permitieron llevarnos los pijamas, cepillos de dientes y ropa para cambiarnos al día siguiente. Luego nos pusieron en un vehículo militar y nos llevaron a una cárcel de inmigración donde pasamos la noche. Al día siguiente nos condujeron hacia el aeropuerto y luego a Amán, donde llevamos casi dos meses esperando la misericordia de los nuevos gobernantes del mundo”.

En Amán, Laura e Ibrahim intentaron contactar con la embajada estadounidense, ya que son ciudadanos de ese país, y pensaron que la embajada debería hacer algo por ellos. En la embajada les dijeron: “Nosotros nos ocupamos solamente de los jordanos estadounidenses; no tenemos nada que ver con palestinos estadounidenses, ustedes deben contactar con el consulado en Jerusalén. Ellos son los responsables.”

Según la pareja, “Sabíamos que era una buena manera de decirnos ‘nosotros no los vamos a ayudar y no vamos a disgustar al gobierno israelí.‘ Contactamos con un abogado en Jerusalén que se puso en marcha para ayudarnos a volver. Un día nos llamó para preguntaros si teníamos una Credencial de Identidad palestina. Pensábamos que eso podría ayudar, pero nos dijo, ‘¡No, es mejor si no la tienen! Quiero asegurarles a las autoridades de aquí que ustedes no tienen CI‘”.

Ibrahim estaba sorprendido y le preguntó al abogado el porqué de aquello. El abogado respondió: “Bueno, el gobierno quiere asegurarse que habrá el menor número de palestinos en los territorios, nos están costando mucho dinero.” Ibrahim estaba furioso pero, por supuesto, todo lo que quería era obtener un permiso, por lo que le aseguró al abogado que no poseían CI palestinas y que sólo querían quedarse un par de meses en Ramala y después volver a Estados Unidos, donde viven con sus hijos y donde tienen una casa y bienes. El abogado les consiguió un permiso de entrada válido para una semana a principios de septiembre, que les costó dos mil dólares.

Cuando llegaron al Puente Allemby que une Jordania con la ribera occidental, dijeron, “Nos han tratado como a criminales, los oficiales nos gritaban dándonos órdenes.” Tras siete horas de espera, a Ibrahim le permitieron la entrada para una semana pero a Laura le informaron de que debía regresar a Amán con otros palestinos estadounidenses. Ibrahim volvió a Amán cuando venció su visa de una semana. Ahora están esperando una solución a su problema, esperando que se les permita entrar a su patria, a Ramala, donde viven en su casa de 100 años de antigüedad.

“¿No es suficiente prueba de que tengo derecho a estar ahí que tengo una casa que heredé de mis antepasados?” se pregunta Ibrahim. Luego recuerda, “Oh, no debí decir eso, puede ser usado contra mí, Palestina no necesita más palestinos.”

Ibrahim creció y estudió en Ramala. Después se fue a Egipto, se casó con Laura, y luego juntos se mudaron a Estados Unidos. Después de asegurarse un pasaporte estadounidense, volvieron a Palestina en 1985 y permanecieron allí hasta 1989, cuando la brutal respuesta israelí frente a la Intifada palestina impidió que sus hijos pudieran asistir regularmente a la escuela. En 1998, Ibrahim volvió a Ramala, donde su hija menor va a la escuela secundaria.

“¡No me siento bien lejos de Ramala! ¡No puedo respirar lejos de Ramala! Allí el aire es diferente, me hace sentir vivo. Es mi hogar. ¿Es mucho pedir que nos dejen vivir donde nos sentimos en casa?”.

Ibrahim y Laura no solicitaron credenciales de identidad palestina pensando que no las necesitarían. “El pasaporte estadounidense da más derechos y nos protege más”, pensaron. Además querían dejar las credenciales para las personas que no tienen otro documento de identidad, porque el gobierno israelí sólo permite a la Autoridad Palestina entregar un número limitado de estas credenciales.

“Al parecer el pasaporte estadounidense no ayuda si eres de origen palestino”, comenta Laura entre lágrimas, recordando el trato criminal al que les sometieron en el aeropuerto y en el puente.

Laura e Ibrahim, junto a muchos otros, siguen esperando que la administración estadounidense actúe y proteja los derechos de sus ciudadanos y los trate como tales, sin discriminarlos por ser de origen palestino. Quizás tengan que esperar mucho tiempo, pero no se darán por vencidos y seguirán peleando por su derecho a regresar a donde “el aire es diferente”, a su casa en Ramala.

Original en inglés: http://electronicintifada.net/v2/article5800.shtml

Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.

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La nueva imposición de visado israelí separa a las familias palestinas

Amelia Thomas
Middle East Times
Traducción de Carlos Sanchis

Cuando Anita Abdullah, una ciudadana suiza que vive en Ramallah con su marido palestino hace 28 años, estaba a punto de hacer su habitual viaje trimensual al extranjero para renovar la visa turística con la que había estado viviendo durante los últimos 12 años, mientras esperaba que un permiso de “reunificación familiar” (residencia permanente) fuera emitido por Israel, recapacitó.

Alrededor de ella, parecía, cada vez eran más las familias cuyos parientes procedentes del extranjero estaban siendo obligados a retroceder en los puntos fronterizos israelíes: en el aeropuerto Ben Gurion, en el puente Allenby, procedentes de Jordania. No se estaba ofreciendo ninguna explicación a la mayoría de estas negativas de visado; los pasaportes simplemente estaban siendo cuñados con “Visado Denegado” y los pretendidos visitantes vueltos a poner perentoriamente en los aviones, con poco margen para la apelación.

“Me volví asustadiza,” relata Abdullah, “cancelé mis planes de vacaciones con mis hijos y nietos”. Y, poco después, la campaña ” Derecho a Entrar” de las redes radicadas en Cisjordania, qué ella coordina, nacía.

“Ha quedado claro”, explica, “que las personas que indican que piensan visitar Cisjordania, y que pertenecen a países con relaciones diplomáticas normales con Israel, no están recibiendo siempre el visado trimestral en los puntos fronterizos israelíes, como ocurría en el pasado.”

En meses recientes, un número creciente de ciudadanos de los EE.UU., italianos, británicos, japoneses, y alemanes que piensan visitar los Territorios Palestinos Ocupados, algunos teniendo conjuntamente la ciudadanía palestina, otros no – han sido rechazados en la frontera. Es más, los ciudadanos extranjeros que se casaron con palestinos o que trabajando en los Territorios Palestinos, que necesariamente cuentan, como Abdullah, con una sucesión de visas turísticas, se enfrentan a la posibilidad de que ya no se les permita renovar sus visados y sean devueltos a sus países de origen.
Puesto que la ocupada Cisjordania es solamente accesible a través de Israel, el resultado es otro paso más hacia el creciente estrangulamiento de Israel sobre la población civil palestina.

Derecho a Entrar aduce que Israel ha instituido su selectiva, y a menudo humillante, política fronteriza en contestación al triunfo de Hamas en los Territorios Palestinos en las legislativas del 2006. “Era una buena oportunidad,” dice Abdullah, “para que las autoridades israelíes abusaran de la población nativa palestina, como una “reacción” al nuevo gobierno.”

Pero Israel permanece inexorable a lo que no es nueva, y altamente discriminadora, política que se está practicando en los cruces fronterizos. Más bien, dicen los funcionarios del ministerio interior israelí, era una anterior política inactiva, datada en el 2000 y que requiere a aquellos que pretendan visitar los Territorios Palestinos Ocupados cumplimentar un permiso especial; está ahora actuándose simplemente con más rigor.

Pero la situación se clarificó a finales del pasado diciembre, cuando el Comandante General Mishlav, coordinador israelí de actividades gubernamentales en los Territorios Ocupados, envió una carta al Jefe de la Negociación Palestina, Saeb Erekat. Declaraba en ella que los nacionales extranjeros serían admitidos en el país “con el consentimiento del mando militar,” y perfiló largos procedimientos para la aplicación de los permisos de entrada temporal en los Territorios Palestinos.

Según Derecho a Entrar, sin embargo, las docenas de casos documentados de negativa de visado desde esa fecha sugieren que el procedimiento de aplicación es, de hecho, inútil. Los organizadores de la campaña creen que en lugar de abordar el problema con justicia, la carta ofrece un “extraño momento cuando las autoridades israelíes han reconocido por escrito la grave crisis humanitaria derivada de las políticas israelíes negando a los nacionales extranjeros el derecho a la reunificación familiar y la entrada a los Territorios Palestinos Ocupados. Todavía,” continúa, “quedan muchas preguntas sin contestar y la crisis sin resolver.”

Los ejemplos de los efectos de esta política en las fronteras de Israel no son difíciles de suponer. Fadah Thum, con nacionalidad brasileña vive en Cisjordania desde el 2001, casada con un ciudadano palestino con quien tiene un bebé de cinco meses, al renovar su visado de turista el pasado mes de septiembre, sin embargo, vio estampado “Último Permiso” en su pasaporte, y fue obligada a dejar su casa, su familia y su bebé en diciembre. Al tratar de volver a entrar en los Territorios Palestinos Ocupados vía Israel, fue rechazada. Igualmente, Lana Khalaf, una madre que detenta doble nacionalidad, estadounidense y palestina, abandonó Nablus, su hogar durante 10 años, a finales del 2006, para renovar su visa turística como de costumbre, y se le ha negado dos veces la reentrada en la frontera con Jordania.

Los efectos prácticos del fenómeno “denegación de entrada” son de largo alcance. Según el Centro de Jerusalén para Ayuda Legal y Derechos Humanos, hay actualmente alrededor de 70.000 personas que residen en los Territorios Palestinos con permisos que han expirado. Estos residentes tienen dos opciones: permanecer, esencialmente prisioneros en sus propias casas, o salir para intentar renovar su permiso con la probabilidad de verse incapacitados para volver. “Conozco varias docenas de señoras rusas, por ejemplo, trabajando en Ramallah,” dice Abdullah, “mujeres muy cualificadas, profesionales que se enfrentan con un dilema. Quieren ir a casa para visitar a sus familias, pero no quieren salir por miedo a que no les permitan volver.”

Según la organización de derechos de humano israelí B‘tselem, más de 120.000 personas han cumplimentado el permiso para vivir y trabajar en los Territorios Palestinos desde el año 2000, pero aún tienen que recibir una contestación positiva. “Este número no empieza siquiera a reflejar realmente la cantidad de personas afectadas,” dice Abdullah. ” A diferencia de Europa, las familias de estas personas no son unidades nucleares: también incluyen personas a cargo como abuelos, tías solteras y tíos, hermanos desempleados o hermanas y sus niños”. Puesto que no hay ningún sistema estatal de seguridad social, tales miembros de la extensa familia, en muchos casos, dependen de la pertenencia individual para el estado de unificación familiar, tanto financiero como de apoyo práctico. “Por lo que en realidad,” continúa, “usted puede multiplicar 120.000 por 10.”

Además, no sólo son aquellos con conexiones familiares palestinas directas a los que se les niega la entrada a Israel de camino a los Territorios Palestinos Ocupados. Derecho a Entrar ha documentado casos de turistas a los que se les ha denegado el visado tras mencionar su intención de visitar los Territorios Palestinos. Aunque, comúnmente, no se dan razones explicitas para la denegación de visado, estas personas creen que se debe a su intención de entrar en Cisjordania en lugar de permanecer en Israel.

Las organizaciones no-gubernamentales, igualmente, son golpeadas duramente, con personal voluntario de Europa y de los Estados Unidos a quienes se les niega el tránsito a las docenas de centros infantiles y otras instituciones benéficas de la región que dependen de la mano de obra voluntaria del extranjero. La educación, igualmente, está sufriendo por ello; solamente la universidad de Bir Zeit en Cisjordania, corre el riesgo de perder a 14 miembros de su profesorado y 383 estudiantes.

Derecho a Entrar, explica Abdullah, está intentando reconducir este problema, retomando lo que ella llama un “acercamiento multilateral” al problema. “Primero,” explica, ” actuamos conjuntamente con otra organización en red israelí, centrada en la misma preocupación. Segundo, nos acercamos a miembros de la Knesset para intentar hablar con ellos sobre el problema. También estamos en estrecha cooperación con varias organizaciones no-gubernamentales que proporcionan asesoramiento y ayuda. Notablemente, estamos intentando movilizar misiones gubernamentales extranjeras en la región que pudieran tener relaciones privilegiadas con Israel y por lo tanto pudieran ejercer presión sobre el estado bajo la ley internacional de derechos humanos. Queremos que, como potencia ocupante, apelen a Israel en el firme mantenimiento de su responsabilidad para garantizar y satisfacer las necesidades básicas de la población civil ocupada.”

Finalmente, la página de Internet de Derecho a Entrar proporciona consejos prácticos para viajeros preocupados por que pudieran experimentar problemas de entrada a Israel. Les aconseja a los visitantes que lleguen preparados, con números de teléfono de un abogado local y de su embajada. Un viajero que llegue por el aeropuerto, y se le niegue la entrada, pero decide apelar la decisión, probablemente será mantenido en el centro de detención del aeropuerto hasta un tiempo tal que una fecha de juicio sea fijada.

Muchos extranjeros ya localizados en los Territorios Palestinos, sin embargo, están quedándose en el lugar, renuentes a arriesgarse a las arbitrarias políticas de las fronteras de Israel.

La propia Abdullah, explica, continuará luchando por su propio caso, al tiempo que levanta una concienciación sobre el problema más amplia desde su hogar en Cisjordania. “¿Por qué,” pregunta su marido, Ghassan, “están atacando los israelíes los matrimonios mixtos de palestinos? Antes de que la gente se enamore, ahora en Palestina, preguntan por los documentos de identidad de cada uno y donde se han emitido. No quieren construir una vida a riesgo de ser desgarrada y separada desde el principio.”
www.metimes.com/storyview.php?StoryID=20070122-112850-4862r

Carlos Sanchis pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.

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La pesadilla interminable de los visados y pasaportes palestinos
No podemos volver a casa

Sam Bahour
The New York Times

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Hace 30 años dejé una vida confortable en Estados Unidos a cambio de un futuro incierto en Cisjordania. Israel y la Organización para la Liberación de Palestina acababan de firmar los Acuerdos de Oslo. Como muchos, vi la oportunidad para el pueblo palestino de construir una sociedad y una economía que conducirían a la libertad y a una Palestina próspera junto a Israel.

Como empresario palestino estadounidense me comprometí a hacer mi parte. Por lo tanto, me mudé a la ciudad Cisjordania de Al Bireh, donde mi familia ha vivido durante siglos. Aquí ayudé a la creación de una compañía de telecomunicaciones de 100 millones de dólares, que hoy tiene empleados a más de 2.000 palestinos. Realicé un MBA en la Universidad de Tel Aviv. Después construí un centro comercial de 10 millones de dólares -el primero de su tipo en los territorios palestinos-, empleando a más de 220 palestinos. Me casé y tengo dos hermosas niñas.

Ahora, las autoridades israelíes han decidido que mi vida aquí ha llegado a su fin.

Incluso después de la firma de los Acuerdos de Oslo y la creación de la Autoridad Nacional Palestina, Israel mantiene el control de todas las fronteras y de los registros de población palestinos. Nada ni nadie entra o sale de Cisjordania y Gaza sin un permiso israelí. Durante más de doce años he esperado a que Israel apruebe mi solicitud de residencia.

Los judíos estadounidenses, es más, los judíos de cualquier parte del mundo, pueden venir a Israel y tiene asegurada automáticamente la ciudadanía. Miles de judíos estadounidenses entran y salen de Israel libremente para vivir en asentamientos ilegales israelíes en medio de Cisjordania. Pero palestinos cuyas familias han vivido aquí continuamente durante siglos no disfrutan de este derecho. Necesito una credencial de residencia entregada por Israel para poder vivir con mi familia en la casa de mis abuelos en la Cisjordania palestina.

Durante 13 años he vivido aquí renovando mi visa de turista cada tres meses. El mes pasado un soldado israelí estampó en mi pasaporte estadounidense una visa de un mes y escribió en hebreo, árabe e inglés: “último permiso”. Ahora me enfrento a una decisión terrible. Puedo irme, desarraigando a mi familia y abandonando mis negocios, para cuya construcción he trabajado muy duramente. Puedo irme solo y estar separado de mi esposa e hijas. O puedo quedarme aquí “ilegalmente”, arriesgándome a que me deporten en cualquier momento.

Mi situación no es única. Hay miles de palestinos en un limbo similar. Muchos tienen menos opciones que yo. Mis hijas tienen ciudadanía estadounidense. Nosotros podemos volver a Estados Unidos. Pero vine aquí con una misión y continúo con la intención de jugar un rol en el desarrollo de la economía palestina, en poner fin pacíficamente a la ocupación militar israelí y construir un Estado Palestino.

Las políticas israelíes desalientan a personas como yo. Según el grupo israelí por los derechos humanos B‘Tselem, la política oficial israelí desde 1983 ha sido “reducir al máximo la aprobación de solicitudes de reunificación familiar” de palestinos. B‘Tselem señala que sólo en los últimos 6 años, más de 70.000 personas han solicitado un permiso para emigrar a Cisjordania y Gaza con el fin de reunirse con sus familias. Sus solicitudes o han sido denegadas o, como la mía, languidecen.

Cada palestino que se va reduce lo que los israelíes llaman abiertamente la “amenaza demográfica” de una creciente población palestina. Pero Israel necesita entender que la amenaza real no procede de la demografía, sino del control de un pueblo entero, de la separación de las familias y de los obstáculos que pone en el camino del desarrollo económico.

Israelíes y palestinos están destinados a ser vecinos. Un vecino no puede conseguir su seguridad condenando al otro a las privaciones y la desesperación. Muchas personas como yo –dueños de negocios, educadores, artistas y otros – a los que Israel deniega la entrada, vienen a construir puentes, no muros. Nosotros vinimos para invertir en una vida mejor después de la ocupación y en un futuro prometedor, tanto para los niños palestinos como para los israelíes.

Sam Bahour es coeditor de “Homeland: Oral Histories of Palestine and Palestinians.”

Texto original en inglés:
http://cosmos.ucc.ie/cs1064/jabowen/IPSC/articles/article0047322.html

Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.

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Las puertas del regreso cerradas para los palestinos

Amira Hass
Haaretz

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y Revisado por Caty R.

Amán. Aunque hace siete meses que al ciudadano sueco Somaida Abbas le denegaron la entrada en el aeropuerto internacional Ben-Gurion, aún se puede percibir la dureza en cada frase que pronuncia este exitoso consultor de empresas cuando describe sus esfuerzos para regresar al lado de su mujer y sus tres hijos, a Ramala. Finalmente, su familia se reunió con él en Amán.

Su esposa, Sada Shobaki, ha conseguido un permiso para ausentarse de su trabajo en el Ministerio de Economía palestino durante medio año. Sus hijos han dejado la escuela y la guardería. Ahora viven en un apartamento arrendado y amueblado, sin ningún carácter personal a excepción del encantador desorden que crean los juegos y los dibujos de los niños. En la puerta están colgadas las llaves de la casa de Abbas en Ramala. Ya perdió un juego de llaves –el de su casa de Jerusalén-. Abbas nació en Jerusalén en 1959, donde vivió y estudió hasta los 20 años. Cuando decidió estudiar y trabajar en el extranjero, Israel revocó su derecho de residencia.

Abbas es uno de los primeros palestinos con ciudadanía extranjera afectado por la nueva y silenciosa política israelí de prohibir el regreso de los palestinos a su país. Esta política afecta tanto a las personas que sólo quieren visitar a sus familias como a las que quieren regresar y vivir en los territorios ocupados. Durante los últimos 10 ó 15 años se accedía con visas de turismo o trabajo que sólo Israel tiene potestad para conceder y lo ha estado haciendo hasta el año 2000.

La ola masiva de denegaciones de entrada y de no renovación de visas comenzó a principios de la primavera de este año cuando se formó el nuevo gobierno liderado por Hamás. A Abbas le denegaron la entrada el 6 de febrero a la vuelta de un corto viaje de negocios por Suecia y Turquía. En Suecia formó parte de una iniciativa para impulsar la cooperación económica entre empresarios suecos, israelíes y palestinos. En Turquía, se entrevistó con representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores turco para tratar de la reapertura de la zona industrial Erez.

Al principio Abbas, sus amigos y muchas personas con las que tiene relaciones profesionales, entre las que hay muchos israelíes, pensaron que había un error, un malentendido. Lógicamente sólo un error podía impedir la entrada de un importante consultor económico al que la Autoridad Palestina encomendó la misión de desarrollar la idea de zonas industriales compartidas por palestinos e israelíes, después de que Israel incrementara las limitaciones para el ingreso de trabajadores palestinos en sus territorios.

“Si Moisés no viene a la montaña, nosotros llevaremos la montaña a Moisés” era la idea, dijo Abbas. “Las zonas industriales podrían asegurar ingresos para los palestinos y seguridad para los israelíes. Las naciones donantes las financiarían. Yitzhak Rabin, Yossi Beilin, Abu Ala (Ahmed Qureia, alto funcionario de la AP), todos compartían esta idea. Y fui designado en 1995 para dirigir el proyecto. La intención era que estas zonas pudieran competir, al principio, con países como Jordania, Siria, Turquía y Egipto y luego con Bangladesh, Sri Lanka y Filipinas.”

La esperanza de que este horizonte económico pudiera marcar un camino de paz, dice Abbas, le llevó a abandonar un lucrativo trabajo en Suecia, donde estudió y se convirtió en ciudadano años atrás. Mantuvo decenas de reuniones con representantes israelíes en las oficinas del Ministerio de Defensa en Tel Aviv donde entraba “incluso sin que me registraran”, además de en las oficinas de la Administración Civil en Beit El y Tul Karm.

Pero nada de eso le ayudó cuando aterrizó en el aeropuerto Ben Gurion con su pasaporte sueco el pasado mes de febrero. “La mujer tomó mi pasaporte y esperé. Pasó una hora. Eso es normal. Cuando transcurrieron dos horas barrunté que estaba pasando algo malo. Un oficial ruso (israelí) se acercó a mí –supe que era ruso por su acento– y dijo: Abbas, ya es suficiente. Tú estás burlando al Estado de Israel. Tú trabajas en Israel. Respondí: nunca he trabajado en Israel, trabajo en Ramala. Le mostré mi número de registro en la Administración Civil de Beit El, pero continuó: esto no es legal. ¿Cómo que no es legal?, le respondí, en 1996 obtuve un permiso de trabajo cada 6 meses; dejamos de recibir permisos de trabajo en el año 2000, pero renovamos nuestras visas de turista cada tres meses. Mi esposa y mis hijos están en Ramala, no en Israel. Pero él dijo: no tiene sentido, Ramala pertenece a Israel”.

Abbas aterrizó a la una de la madrugada de lo que él llama un “domingo negro”. A las 7 a.m. terminaba el turno del “ruso” y quiso poner a Abbas en un avión de regreso a Estocolmo. Abbas se negó. Se alzaron las voces. Exigió a dos policías no lo tocaran. Llamó al número de emergencia de la embajada sueca, que no pudo hacer nada ya que era domingo e Israel es un país soberano. Llamó a un conocido en el Centro Peres por la Paz que tampoco pudo hacer nada. Abbas acabó en una celda de detención en el aeropuerto.

“De repente me había convertido en un criminal”, dice sin disimular las lágrimas. “Me persuadieron de que sólo se trataba de una cuestión de leyes y procedimientos, me dijeron que tenía que obtener una ‘visa de servicio‘ y que después no habría ningún problema.” Lo pusieron en un avión hacia Turquía desde donde se dirigió a Jordania. Más de un mes después, por la intervención de un empresario israelí del departamento para el proceso de paz en el Ministerio del Interior y de una compañía de desarrollo de Naciones Unidas para la que trabajaba, Abbas recibió una visa de servicio para tres meses de la embajada de Israel en Amán. Estaba firmada por el cónsul Shaul Moseri.

Pero el 22 de marzo, en el puente Allemby le volvieron a denegar la entrada. “La visa estaba emitida por el Ministerio de Exteriores y el Ministerio del Interior no aprobaba la entrada”, dice Abbas.

“Puedo encontrar trabajo en más de 16 países”, señala Abbas. “Estaba acostumbrado a ser una persona, a que me tratasen con respeto, a tener los mismos derechos que los demás. Nadie tiene derecho a separar a un padre de sus hijos. Ehud Olmert no tiene ese derecho. Está impidiendo que los padres palestinos vivan con sus hijos en su país y luego se pregunta por qué los palestinos odian a Israel”.

Original en inglés: http://www.haaretz.com/hasen/pages/ShArt.jhtml?itemNo=769331

Nadia Hasan y Caty R. Pertenecen a Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la fuente.

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Llamamiento urgente de los universitarios palestinos
A los miembros de la sociedad civil y de las universidades del mundo

Rectores de las instituciones palestinas de educación superior
Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Vicente Romano

Nosotros, rectores de las instituciones palestinas de educación superior, deseamos llamar su atención sobre la política israelí, alarmante pero no anunciada, que afecta a Cisjordania y la Franja de Gaza en general y a la educación en particular, a saber: la denegación de entrada, salida y residencia a palestinos con pasaporte extranjero y a familiares no palestinos, docentes, trabajadores de ONG y expertos internacionales en desarrollo.

Desde la ocupación militar de Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967, Israel ha controlado unilateralmente el registro civil de la población palestina y ha restringido las entradas y salidas del territorio ocupado de Palestina para palestinos y otras personas no israelíes, privando así a los palestinos de su derecho básico a la libertad de movimiento y residencia.

Desde comienzos de 2006, y esencialmente tras las elecciones parlamentarias, a muchos miles de personas de origen palestino y no palestino con pasaporte extranjero que viven y trabajan en los territorios palestinos ocupados se les ha negado de repente la entrada o incluso se los ha amenazado con la deportación. Israel se ha arrogado a sí mismo la prerrogativa de otorgar o negar permisos de trabajo a extranjeros en los territorios palestinos ocupados. La mayoría de estas personas han nacido en Palestina y tienen pasaportes extranjeros porque sus documentos de identidad no se los renovaron mientras estudiaban o trabajaban en el extranjero, o las autoridades de ocupación israelíes les rechazaron sus solicitudes de reunión familiar con diversos pretextos desde el año 2000. Sin embargo, son ciudadanos que han construido sus vidas en Palestina, pagado sus impuestos locales y votado en elecciones regionales y nacionales en su Estado embrionario.

La mayoría de las personas con pasaporte extranjero a quienes se les niega la entrada tienen vínculos familiares en Palestina y tienen derecho a la integridad familiar conforme a las convenciones internacionales y normas reconocidas. Israel ha firmado también acuerdos de reciprocidad diplomática y de inmigración con otros países, que ahora viola mientras incumple consecuentemente su obligación de dar una razón adecuada de su comportamiento, privando a las personas amenazadas de sus derechos básicos a la justicia, la transparencia y la responsabilidad estatal. Sin embargo, los ciudadanos israelíes gozan de ilimitada libertad para entrar en la mayoría de los países del mundo, mientras que a los ciudadanos de estos países se les niega un tratamiento similar cuando cruzan las fronteras israelíes.

La comunidad económica también se ha visto muy afectada. A varios hombres de negocios de la diáspora que han efectuado fuertes inversiones en la construcción de su comunidad durante más de una década se les niega ahora la entrada o se los deporta con un preaviso de un mes.

Los palestinos de la diáspora y los extranjeros han sufrido interrogatorios humillantes en los puntos de entrada, han sido amenazados continuamente con la incertidumbre de no recibir su visado turístico o de renovar el permiso de visita cada tres meses. La mayoría de ellos forman parte de la clase educada local, cuyas aportaciones a la sociedad civil, a las instituciones educativas y al sector privado han sido inapreciables para la construcción de un país plural viable y las bases de un futuro Estado palestino. Ha habido, al menos, cinco casos de académicos y personal universitario a los que se les ha negado la entrada en Cisjordania, el más reciente en julio de 2006. Hasta a fideicomisarios de varios consejos universitarios se les han dado sus últimos permisos y se les ha dicho que abandonen el país. Apelamos a ustedes para que apoyen una acción colectiva apropiada contra esta peligrosa política que amenaza vaciar los territorios palestinos ocupados de su clase educada:

A fin de lograr la revocación de estas medidas ilegítimas, discriminatorias e inmorales y garantizar la total libertad de acceso a la educación y a otras actividades en Palestina.

Rectores de universidades palestinas

Dr. Ali Zedan
Universidad Al-Aqsa de Gaza

Hermano Daniel Casey
Universidad de Belén

Dr. Daoud Zatari
Universidad Politécnica de Palestina

Dr. Fakhri Hasan
Universitad de Hebron

Dr. Jawad Wadi
Universidad Al-Azhar de Gaza

Dr. Kamalain SAT
Universidad Islámica de Gaza

Dr. Munther Salah
Universisedad Arabeamericana de Jenin

Dr. Nabeel Kassis
Birzeit University

Dr. Rami Hamdallah
An-Najah University

Dr. Sari Nuseibeh
Al Quds University

Dr. Younis Amor
Al Quds Open University

Vicente Romano es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.

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Los nuevos refugiados

Amira Hass
Haaretz
Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis

Hasta que Enaya Samara que ha estado viviendo en destierro forzado durante los ultimos ocho meses regrese a su pueblo cerca de Ramallah y hasta que Someida Abbas que fue desterrada hace 10 meses de su casa acompañe de nuevo a sus hijos al jardín de infancia, no será posible creer las promesas de los dirigentes militares de cambios en sus políticas. Mientras que a ciudadanos norteamericanos, brasileños y alemanes cuyo apellido no es Cohen sino Abdullah, se les niegue la entrada en las fronteras, sabremos que la política de siempre todavía está en efecto; la política de causar la separación a decenas de miles de familias palestinas, o de tener que dejar sus casas y emigrar. No es una nueva política en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Desde 1967, Israel ha estado llevando a cabo manipulaciones demográficas que realmente deben denominarse expulsión. Los decretos militares han causado que unas 100.000 personas hayan perdido su condición de residentes permanentes en los territorios ocupados y tener que seguir desterrados en los países a los que fueron a estudiar o a trabajar. Estas manipulaciones han convertido a 240.000 personas que nacieron en Cisjordania y Gaza y que dejaron los territorios a causa de la guerra de 1967 guerra, y a otros 60.000 que estaban en el extranjero cuando estalló, en nuevos refugiados.

Todos ellos dejaron atrás a sus familias en los territorios, pero Israel impidió a la inmensa mayoría reunirse con ellas de nuevo en su patria. (Durante esos años, Israel estaba promoviendo activamente el derecho de los judíos de la URSS a emigrar y reunirse con sus familias en Israel). Después de 1994, Israel hizo posible que varios cientos de familias palestinas se reunieran cada año; en otras palabras, les concedió la condición de residencia permanente a sus hijos. Pero la cuota que establecía siempre estaba por debajo de las necesidades reales, y desde el 2001, Israel ha congelado el proceso de reunificación familiar e incluso prohíbe que vengan de visita los palestinos que son ciudadanos de países árabes (particularmente de Jordania y Egipto).

Hasta el 2006, los palestinos con ciudadanía occidental (europea y norteamericana) pudieron evitar esta extendida política. En los años noventa, fueron considerados una población bienvenida (inversores, hombres de negocios, académicos que trabajan en organizaciones internacionales como el Banco Mundial) aun cuando la mayoría de ellos no consiguió residencia permanente, Israel les permitió regularmente vivir aquí y estar de visita. Éste también era el caso con los esposos occidentales de residentes palestinos. Hasta que alguien del escalafón político decidió que esta discriminación “positiva” (en oposición a los ciudadanos de Jordania y Egipto) era intolerable. Y desde comienzos del 2006 su entrada ha sido bloqueada.

No está claro quién tomó la decisión. El coordinador de actividades gubernamentales en los territorios ocupados les dijo a los diplomáticos occidentales que fue el Ministerio del Interior quien tomó la decisión. Los funcionarios del Ministerio del Interior dicen que fue una decisión conjunta con el Ministerio de Defensa.

Sea quien fuere, quienquiera que tomó la decisión no tuvo en cuenta que eras un revés para los círculos más fuertes entre los palestinos – aquellos que hablan inglés, tienen acceso al Departamento de Estado estadounidense, a importantes periodistas, y al mundo comercial y de negocios israelí e internacional. Estos hallaron un modo para mantenerse unidos y protestar, a diferencia de decenas de miles de mujeres que tienen ciudadanía jordana y se esconden por temor en Cisjordania porque Israel no reconoce su derecho a vivir con sus maridos e hijos.

El cambio de política hacia los palestinos con ciudadanía occidental llamó la atención del miembro de la Knesset Efraín Sneh incluso antes de que fuera viceministro de defensa. Ya entonces, Sneh era de la opinión que no había ningún punto para cambiar la política y que hacerlo dañaría los intereses de Israel. En una conversación con Haaretz, parecía sincero prometiendo que esta política hacia los norteamericanos y europeos había sido cancelada y que su oficina estaba trabajando en nuevas regulaciones que harían las cosas más sencillas en lugar de hacerlas más complicadas y aliviaría en lugar de agravar la situación. (Sin embargo, era posible entender que las regulaciones no legalizarían la estancia de miles, particularmente adultos y niños que se quedaban aunque sus visas ya no eran válidas).

Pero la alegría es prematura: Durante las últimas dos semanas, los funcionarios continuaron impidiendo la entrada incluso de aquellos que están casados y tienen niños aquí y de los que vinieron de visita. ¿Son éstas meramente “sobras” de la anterior situación, como atribuye Sneh, o dan también testimonio del hecho que Sneh no es el único que toma las decisiones al respecto, como quedó en evidencia con su posición sobre retirar los bloqueos de carreteras?

En la escena israelí, los comandantes del ejército (algunos de ellos colonos) actúan junto con políticos, juristas y académicos que están aterrados por el equilibrio demográfico. La Línea Verde no existe para ellos. Idearon la Ley de la Ciudadanía que extendió toscamente la discriminación contra los árabes israelíes y que interviene en su derecho a tener una vida familiar. ¿Por qué no actúan igual cruzando la Línea Verde dónde el decreto militar está en vigor? ¿Y si Sneh es cesado como viceminiistro de defensa, quien puede garantizar que un viceministro del partido Kadima no suprimirá la cancelación?

Más que nunca anteriormente, hoy el sistema israelí niega el hecho de que es la represión y la discriminación, una parte íntegra de toda ocupación, las que crean la amenaza de seguridad. La mayoría está preparada para hacer ” mejoras” y repartir “favores”, pero no para reconocer derechos.

Carlos Sanchis pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.

http://www.haaretz.com/hasen/spages/806054.html

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Un gran número de palestinos está separado de sus familias desde que Israel endureció las normas de reingreso
Residentes expulsados de Cisjordania

Ken Ellingwood
www.myantiwar.org
Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Ramala, Cisjordania. Abdelhakeem Itayem, palestino con ciudadanía estadounidense, contaba con quedarse solamente una noche cuando viajó de Cisjordania a Jordania en un viaje de negocios.

Seis meses después sigue ahí, atrapado en un limbo burocrático.

“Vine a Amán para estar sólo un día. Traía un traje y una muda de ropa para un día. Y ahora no puedo volver,” informa Itayem por teléfono desde la capital jordana, donde ha alquilado una casa mientras espera que le den una solución.

Itayem, de 41 años, afirma que esta larga espera lo ha separado de su esposa, Lisa, y de sus siete hijos, que se quedaron en la casa familiar cerca de Ramala. Esta situación le ha costado, incluso, su trabajo como director de una compañía palestina de distribución de productos extranjeros.

“Se me rompe el corazón,” dice.

Su difícil situación no es única. Los activistas señalan que a un gran número de palestinos que poseen pasaportes extranjeros, especialmente estadounidenses, se les ha denegado la entrada este año desde que Israel ha cerrado un resquicio legal que alguna vez permitió a los residentes entrar repetidamente o renovar sus visas de turista en Israel.

Esta política ha creado un dilema para los palestinos estadounidenses que quedan: si se marchan para obtener un nuevo permiso de tres meses, quizás no les permitan volver. Si se quedan, sus actuales visas israelíes caducarán. Muchos de ellos señalan que sus solicitudes anteriores de residencia formal en los territorios palestinos fueron rechazadas por Israel.

“Los israelíes los están expulsando sin ninguna lógica” señala Adel Samara, a cuya esposa, Enayeh, se le denegó el ingreso en mayo, después de que cruzara a Jordania para obtener el sello en su pasaporte estadounidense con una nueva visa de turista israelí.

Samara, economista y escritor palestino, dice que su esposa, Enayeh, de 56 años, está en Chicago con una hermana, después de haber vivido en Cisjordania durante 31 años gracias a sucesivas visas israelíes de corto plazo. Por si fuera poco, dice, Israel no lo autoriza a él a irse debido a su pasada participación en grupos nacionalistas palestinos.

“Yo no puedo salir y ella no puede entrar,” nos dice Samara, de 62 años, en Ramala. “Es como un divorcio”.

Los oficiales israelíes señalan que las visas de turista no pretendían servir como documentos de residencia o trabajo para palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza.

Las nuevas restricciones han causado incertidumbre y rabia entre los palestinos estadounidenses, especialmente en Cisjordania, donde hay más de 30.000 y están situados en lugares importantes en el mundo de los negocios y de la vida académica.

Un grupo de palestinos con ciudadanía estadounidense está negociando con los diplomáticos y ha lanzado una campaña para llamar la atención sobre este problema. Samara, que también es ciudadano estadounidense, está trabajando junto a un grupo de apoyo israelí para desafiar la legalidad de estas nuevas normas.

Él, junto a otros, señala que la imposición israelí de estas medidas estrictas tiene como objetivos castigar al pueblo palestino por haber elegido al grupo militar Hamás en las elecciones parlamentarias el pasado mes de enero y reducir la población palestina en Cisjordania y la Franja de Gaza.

Israel rechaza esas afirmaciones.

La Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice se refirió al asunto de las visas en una reunión celebrada este mes con los oficiales israelíes en Jerusalén. Algunos diplomáticos de Estados Unidos señalan que han pedido explicaciones a Israel por esta política.

Israel reconoce que estas reglas, supervisadas por el Ministerio del Interior, han causado problemas. Los oficiales dijeron que este cambio es un intento de refrenar el mal uso de las visas de turistas, que se han convertido en el medio de entrada predilecto para miles de palestinos con ciudadanía extranjera.

“El gobierno decidió que burocráticamente este método no era correcto. ¿Cómo vamos a permitir a esas personas que estén aquí cuando es obvio que no son turistas? Es un abuso de la visa de turista,” dice Mark Regev, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí.

Esta estricta política, sin embargo, está teniendo “consecuencias ines